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Soy un pozo que engulle las palabras que se dicen al viento y las entrego a puñados a quien se digne rescatarlas con el pequeño balde que atado a mí vive haciéndome compañía.
A veces mi eterno compañero no está. Desaparece dejándose arrastrar por las historias que recoge de mi interior y viaja a otros mundos que ni siquiera aún se han imaginado.
Cuando mi fiel compañero desaparece, empiezo a engordar y engordar de miles de palabras que el viento deposita en mi boca y yo trago sin miramientos.
Mi amigo cuando se cansa de recorrer esos mundos de palabras rescatadas, vuelve a hacerme compañía y a entregar nuevas palabras a quien se digne a rescatarlas.
Eso sí, una vez al año, tras las borracheras del vino nuevo de San Andrés, mi fiel camarada permanece a mi lado y ayudado por los muchos contadores llegados de los más recónditos lugares del mundo, se introduce en mi interior para rescatar las muchas palabras que llevan atrapadas en mí y así dar vida a los cuentos que inundan por unos días la Villa de Los Silos.
Roberto Mendoza
Cuento realizado en la sesión formativa de narración creativa del Festival de cuentos de Los Silos.