Publicado por RMR en / 0 Comentarios
Hace muchos, pero que muchos años, los seres que poblaban el universo vivían desnudos por dentro y por fuera hasta cumplir la adolescencia. En ese momento y cuando llegaba el primer carnaval de sus vidas se les ponía un traje a medida y si el traje superaba las noches de D. Carnal, ese mismo sería el que llevarían durante toda su vida.
Llegó la fecha en la que la luna se hizo adolescente, y claro en el primer carnaval de su adolescencia podría salir a jugar, reír, bailar y disfrutar de su nueva condición, pero antes necesitaba hacerse un traje a medida con el que presentarse ante D. Carnal.
Con este motivo casi un mes antes de las noches de carnaval la luna, nueva ella, fue al sastre para que le hiciera un vestido a medida. El sastre le midió el ancho, el alto, el contorno y cuando ya estaba todo medido, le dijo que en una semana tendría el patrón para que se lo probara.
Siete días después apareció la luna, cuarto y creciendo, ante el sastre y este se puso manos a la obra, primero un brazo, después el otro, ahora los hombros, pero era imposible se ve que la luna estaba más grande que siete días antes. El sastre que era muy cortés, no quiso decirle a la luna que la veía algo más gorda y se limitó a decirle que seguramente se equivocó al tomar las medidas, que le dejase tomarlas nuevamente y que siete días después estaría el patrón listo para probárselo, y así hizo, le midió el ancho, el alto, el contorno y listo, hasta una semana ver.
A los siete días se presentó la luna, y nada más entrar por la puerta de la sastrería, el sastre le dijo enfadado, ¿media luna?, ¿cómo es posible joven luna?, ¿usted se cree que solo trabajo para hacerle un traje a usted?, si no se controla y mientras soltaba sapos y culebras entre dientes se dispuso a tomarle medidas nuevamente, le midió el ancho, el alto, el contorno y con una voz severa le dijo, siete días luna, ¿crees que podrás aguantar siete días sin engullir todo lo que pase a tu alrededor?
Luna se fue triste, cabizbaja y dolida, pero al llegar a casa su madre la noche la consoló y le recordó que pronto tendría su traje y que disfrutaría de las noches del carnaval y entonces daría igual todo porque ya sería toda una adulta.
Y así fue que a los siete días la luna fue en busca de su traje, ya no le quedaban días para probarse patrones, así que tendría que contentarse con el traje que el sastre hubiese preparado, pero al probarse el traje, este no le entraba, ni en lo ancho, ni en lo alto, ni en el contorno, así que la luna salió corriendo de la sastrería y entre sollozos se intentó refugiar a las faldas de su madre la noche.
Fueron pasando los días, y se acercaban las noches de carnaval y la luna seguía triste por no tener un traje a medida. Llegó el día y la luna renunciaba a salir. D. Carnal espera que te espera mandó a llamarla, y mandó un séquito de estrellas en su búsqueda y cogiendo a la luna la llevaron ante D. Carnal, y este la vio tan brillante que ni se dio cuenta que la luna, llena llenísima no llevaba traje, así que la luna se dijo, si D. Carnal no se ha dado cuenta, entonces es posible que nadie se de cuenta y decidió salir a las noches del carnaval sin traje alguno, y así pasó los 6 días de fiesta, saliendo cada noche a disfrutar del baile, a jugar, a reír, y llegó el último día y nadie se percató que la luna estaba sin traje, así que desde entonces la luna decidió que su traje sería la desnudez y es por eso que cuando miramos al cielo y vemos a la luna, esta aparece desnuda ante todos aunque nosotros creamos que su brillo es su traje de luces que nos brinda para poder caminar en las noches oscuras.
Adaptación del cuento “El traje de la Luna”